La Encuesta de Población Activa (EPA) del último trimestre del 2020 aporta un dato en positivo en el año del inicio de la pandemia. El número de personas ocupadas ha aumentado hasta alcanzar los 19.344.300. Un incremento de 167.400 empleados que consiguen, no sin esfuerzo, subir un peldaño para salvar el desplome del empleo durante 2020. Para poner en relación lo que hablamos, en el último trimestre de 2019 la ocupación estaba en 19.966.900, lo que supone una pérdida del 3,21% de ocupados en estos últimos doce meses. Encontrar un empleo o mantener el que tenían ha supuesto un reto para muchas personas.
¿Por qué la EPA es la mejor de las mediciones sobre mercado laboral?
La EPA es una investigación que recoge diferentes magnitudes del mercado laboral. Su objetivo es analizar una muestra de la población y para ello la clasifica en cuatro categorías: ocupados, parados, activos e inactivos. Se publica de forma trimestral y de su elaboración se ocupa el INE (Instituto Nacional de Estadística). Es fundamental para el estudio de la población activa con el fin de aplicar políticas de empleo, aportar datos para estudios comparativos y tomar la temperatura de la situación del mercado laboral con cifras actualizadas. Tiene en cuenta dimensiones como la actividad y el desempleo, y aporta información sobre cada una de las autonomías del Estado. También refleja el tipo de contratación, si esta es temporal o parcial, entre otros cálculos. El dato más importante y utilizado de los que recoge es la tasa de paro.
El valor añadido de la EPA respecto a otro tipo de recogida de datos periódica como puede ser el Paro Registrado y la Afiliación a la Seguridad Social, que facilita mensualmente el SEPE, es que hace una instantánea más ajustada del mercado laboral. Expresa con mayor fidelidad la situación del desempleo del país. El Paro Registrado del SEPE recoge el número de personas que están inscritas como demandantes de empleo. Se trata de un registro administrativo que depende de las leyes de cada momento, por lo que los criterios que definen su recogida son demasiado variables. Sin embargo, la EPA también tiene en cuenta a las personas que no están inscritas como demandantes de empleo, pero se encuentran buscando trabajo. Es el caso, por ejemplo, de muchos estudiantes, no están inscritos, pero se encuentran a la búsqueda de trabajo.
Algunos apuntes sobre la EPA
La EPA recoge datos desde el año 1964 mediante una encuesta que aplica a unas 65.000 familias por periodo (lo que suponen los datos referidos a unas 160.000 personas). Con el fin de que los datos recogidos puedan servir para estudios comparativos, los conceptos y definiciones que emplea están establecidos por la OIT (Organización Internacional del Trabajo). De hecho, esta EPA es la última que se recoge con la metodología que se implantó en 2005. A partir de este primer trimestre de 2021 seguirá normativas europeas para homogeneización de los datos.
El cuestionario que se hace a las personas entrevistadas hace referencia a la semana inmediatamente anterior. Además de datos para la clasificación como la edad o el número de personas que viven en ese domicilio, se hace una pregunta central: “La semana de referencia, de lunes a domingo, ¿trabajó, aunque solo fuera una hora?”. Dependiendo de la respuesta se interroga por otras cuestiones.
De forma puntual se tienen en cuenta otros aspectos como el teletrabajo o los horarios atípicos. Conforme se producen trasformaciones en el mercado laboral, la EPA modifica la encuesta para conseguir un retrato más fiel de la situación.
¿Los ocupados son siempre los que trabajan? No en tiempos de pandemia
Es el caso del concepto de ocupado/a. Anterior a esta pandemia una persona ocupada era aquella que respondía afirmativamente que tenía un trabajo, tanto por cuenta propia como ajena. Se consideraban ocupados pero ausentes si se iban a reincorporar en menos de tres meses. Actualmente, se prescinde de la consideración de tiempo (hay personas que llevan más de tres meses sin incorporarse a su puesto debido a la situación desencadenada por la COVID) porque existe una garantía de que, terminado el tiempo de suspensión, se incorporarán a su puesto, según obliga el RD ley 30/2020.
Por lo tanto, aunque todavía hay muchas personas que no han vuelto a su puesto, la tasa de paro no ha experimentado una bajada espectacular debido al frenazo de la economía, como era previsible. La tasa de variación anual de la ocupación del 2019 respecto al 2018 fue del 2,06%. La tasa de variación entre diciembre de 2019 y 2020 ha sido de –3,12%.
Ocupados ausentes de su empleo. Efecto ERTE pero también efecto vacaciones
Otro aspecto reseñable este último cuatrimestre en este tipo de trabajadores que no fueron a trabajar la semana de referencia pese a que tenían un empleo es que ha disminuido respecto al trimestre anterior. El tercer trimestre coincidió con el periodo estival por lo que muchos se encontraban de vacaciones y ese fue el motivo que alegaron para no ir a su puesto. En la última EPA, ese mismo dato se redujo, fundamentalmente, porque la gente que ya había disfrutado de sus vacaciones se había incorporado. Pero ha habido otro motivo digno de una mayor satisfacción y es que el número de personas ocupadas que no habían trabajado porque estaban en ERTE se redujo en 16.800 personas.
La tasa de temporalidad aumenta
La alta temporalidad es una de las características del mercado laboral español. La época del año a la que se hace referencia en esta última EPA (octubre-diciembre) tiene que ver con los empleos relacionados con las Navidades y un incremento de los contratos temporales en el comercio y la restauración (por más que se ha visto limitado por las restricciones) actividades que acumulan grandes porcentajes de contratos temporales. El aumento en este trimestre del número de personas asalariadas ha sido de 133.500, de las cuales, 26.300 corresponden a contratos indefinidos y 107.200 a empleos temporales. El resultado es un aumento de la tasa de temporalidad en 0,46%, que la coloca en el 24,63%.
El sector servicios, el más afectado
Si tenemos en cuenta los sectores de actividad, este último trimestre deja datos positivos para los cuatro sectores: Servicios suma 79.600 personas más, en Agricultura se incorporan 51.000 trabajadores, en Construcción 30.900 más y en Industria, 5.900.
Sin embargo, en el cómputo anual el sector Servicios es el que se lleva la peor parte. Faltan algo más de medio millón (537.100) de personas ocupadas si se compara con los datos de 2019. Solo las que corresponden a la Hostelería, principal motor económico del país, son 395.000 personas.
La tasa de paro, la cifra más temida
El paro es la magnitud estrella de la EPA. Durante los años de la crisis que se inició en 2008 los datos de la EPA era tan esperados como temidos debido a la tendencia invariable en su descenso. A partir de 2013, comienza un lento declive. Sin haber recuperado los valores anteriores a la crisis (en el cuarto trimestre de 2007 la tasa de paro era del 8,42%), en el cuarto trimestre de 2019 el dato estaba en un 13,78%, cantidad todavía no muy positiva pero esperanzadora por la tendencia a la baja.
Pero apareció el virus. En el último trimestre de 2020 este valor se ha disparado hasta un 16,13%. A pesar de ello, los analistas aseguran que este porcentaje representa una subida moderada debido al efecto de contención que han proporcionado las medidas políticas para facilitar los ERTE y evitar despidos masivos. Sin ellas, se el desempleo habría alcanzado el 24%, según algunas estimaciones.