El llamado liderazgo compartido es uno de los modelos de gestión empresarial más interesantes de los aparecidos en los últimos tiempos. Un innovador paradigma que ha modificado la cultura de las empresas convirtiéndolas en organizaciones más horizontales y más democráticas. La globalización de la economía, con sus crisis, sus características y consecuencias, está provocando enormes cambios en las compañías. Ante tanta incertidumbre, es el capital humano el que vuelve a marcar las diferencias.
Lógicamente, el proceso de apropiación personal y colectivo de todos estos conceptos y valores siempre es lento y progresivo. La compañía debe ir virando hacia la nueva cultura poco a poco, no puede hacerse de la noche a la mañana. Las estrategias de mejora continua, así como los modelos de liderazgo compartido necesitan formación. También, en muchas ocasiones, exige de un acompañamiento y asesoramiento profesional al equipo directivo y al resto de personas que forman la compañía.
Principales características del liderazgo compartido
Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de liderazgo compartido en una determinada organización? Esta innovadora forma de trabajar en la empresa estaría definida, básicamente, por los siguientes elementos:
- Descentralización del poder. La figura del líder como un jefe tradicional que ordena y manda queda aquí superada.
- Los equipos ejecutivos o de trabajo multidisciplinar y las personas que los forman pasan a cobrar mucha más importancia en la toma de decisiones.
- El funcionamiento se basa en la corresponsabilidad y en la delegación de tareas.
- Se potencia la creatividad individual, el intercambio de ideas y la resolución de conflictos en equipo. Se trata, entre otras cosas, de empoderar trabajadores para potenciar su desarrollo personal y su motivación hacia la tarea y el crecimiento conjunto.
- La supervisión sigue existiendo, pero está basada en la confianza y en el conocimiento que puede aportar cada individuo.
Estilos de liderazgo de este tipo mejoran e impulsan dimensiones vitales de la empresa. Existen informes y estadísticas que así lo indican. Estos modelos suelen ayudar a reducir considerablemente el absentismo laboral y aumentan, a su vez, los niveles de productividad de cada empleado.
Ventajas de este tipo de liderazgo
Algunas de las principales ventajas de un modelo de liderazgo compartido son:
- Eliminación de sobreesfuerzos: compartir proyectos y tareas facilita el reparto de las cargas de trabajo en el día a día
- Aumento del sentido de pertenencia: en el equipo, cada miembro se siente partícipe e importante. La motivación crece y la productividad también aumenta.
- Fomento de la creatividad: surgen ideas nuevas, aportaciones individuales en libertad y se dispara la creatividad y la innovación.
- Mayor nivel de bienestar personal: cuando el grupo respeta y valora nuestro papel, nos hace sentir bien. Las empresas felices y que generan engagement son más productivas.
El liderazgo compartido en la filosofía Lean Management
Existen contextos empresariales donde la implantación de un liderazgo compartido aporta mucho valor. Uno en los que se está aplicando tiene que ver con los procesos de fusión de empresas.
Es habitual que, a lo largo de estos procesos tan complejos, los líderes o los directivos de cada empresa trabajen en pos de un mismo objetivo. Generalmente, no es un modelo puro si no que se trata de un liderazgo compartido temporal. Sin embargo, en él se dan las características necesarias que van a permitir transitar pacíficamente el cambio hacia la compañía resultante.
Pero la situación en la que encontramos modelos de liderazgo horizontal o democrático de forma más natural es en organizaciones que funcionan bajo el paradigma del Lean Management. La filosofía Lean es una de las formas de gestión empresarial modernas más extendidas y exitosas. Básicamente, busca generar valor en cada proceso y subproceso de una empresa. Para ello, se basa en una estrategia de mejora continua, poniendo al cliente en el centro. El objetivo último es alcanzar el máximo nivel de eficiencia y de productividad. En definitiva, ser mejores. Más excelentes. Y a la vez, más rentables y competitivos.
La filosofía Lean encuentra en este tipo de liderazgos una excelente herramienta para implicar a sus equipos en pos de esa mejora continua. Para obtener lo mejor de cada equipo, de cada trabajador. Hacer sus equipos más reflexivos, más dinámicos, transversales y autónomos. Más dueños de su tarea y, por tanto, más innovadores.
En la filosofía Lean este tipo de liderazgo favorece la optimización de los procesos. Cada empleado, cada miembro de la cadena de valor, encuentra soluciones a los obstáculos que le atañen dentro del equipo. Este, a su vez, se retroalimenta. Se generan nuevos y mejores procesos constantemente. Se trabaja para la mejora continua.
Hacia un modelo realista y adaptado
A pesar de las numerosas y evidentes ventajas que acabamos de ver, no podemos olvidar que ningún modelo es perfecto. Las empresas deben saber adaptar cualquier innovación a sus propias características y vicisitudes.
En este sentido, el liderazgo compartido también tiene sus riesgos y estos deben conocerse y controlarse. La dificultad para alcanzar consenso o unanimidad puede ser uno de ellos. Por lo tanto, es importante apostar por una comunicación no unidireccional, así como por la formación y el trabajo en equipo. Esto ayudará a romper las dificultades existentes y a transitar el cambio con normalidad.
En muchas empresas, como hemos visto anteriormente, se aboga por un tipo de liderazgo compartido temporal. La empresa explora y aplica sus ventajas en pos de un cambio determinado y cuantificable, determinado en el tiempo, o para alcanzar un objetivo en un momento muy concreto. Puede ser una opción intermedia.
Por otro lado, debemos ser realistas. En muchas ocasiones, es complicado encontrar equilibrios entre diferentes niveles de responsabilidad dentro de la organización. Además, también será muy difícil mantener cierto nivel de libertad de una forma constante.
Si queremos que nuestro modelo de liderazgo compartido funcione, quizás deberíamos definir unos objetivos claros desde el principio. De la misma forma, sería interesante establecer bien las normas y los límites individuales y colectivos a través de un sencillo código de buenas prácticas. Por supuesto, los valores y la misión de la compañía son dos elementos en cuya elaboración deberíamos participar todos.
Como decía la canción, los tiempos están cambiando. Aunque, en realidad, siempre lo hacen. Por lo tanto, sigamos haciendo el cambio. Pero hagámoslo juntos.