El primer día de trabajo tiene algo de extraño. Por un lado, suele dar ilusión, como cuando estrenas zapatos nuevos. Por otro, es una situación incómoda que te saca fuera de tu zona de confort. No importa si entras de jefe o de empleado sin mando alguno. No sabes si las sorpresas que te aguardan serán gratificantes o exasperantes. De momento, puedes felicitarte por haber encontrado un empleo. Te ofrecemos consejos para superar la primera jornada en tu nuevo trabajo.
Preguntas que todo el mundo se hace el primer día de trabajo
Quizá tengas suerte y te hayan preparado una buena bienvenida. Puede que la empresa haya hecho los deberes en materia de onboarding. En ese caso, la entrada te va a resultar mucho más fácil de llevar. Pero la manera de afrontar este primer encuentro también va a depender mucho de tu carácter, de tu manera de enfrentarte a la vida y a las relaciones sociales. Como consejo general, te recomendamos que actúes con prudencia y discreción, que estés muy pendiente de todo lo que te dicen sobre el funcionamiento de la empresa y, en estos tiempos, que sigas escrupulosamente las normas de prevención de contagio.
Y ya yendo a cuestiones más concretas, veamos a continuación algunas de las preguntas que suelen surgir durante el primer día de trabajo.
¿Cómo controlo los nervios?
De nuevo esto va a depender de tu carácter. En ese sentido, trata de calmarte tal como sueles hacerlo. Si te relaja tomarte una tila, puedes hacerlo antes de salir de casa. Si te aturullas cuando recibes demasiada información de golpe, escríbete un guion con dudas, repásalo antes de entrar y presta especial atención a las respuestas relacionadas con las dudas que has escrito, el resto ya tendrás ocasión de preguntarlo de nuevo. ¿Te da por hablar demasiado alto cuando sientes nervios? Céntrate en el tono de tu interlocutor o interlocutora y trata de imitarlo. Si te excedes con la cercanía, piensa que tendrás tiempo de rectificar. En realidad, hay muy pocas cosas que sean irreversibles porque el primer día casi todo el mundo entiende que los nervios se descontrolan un poco más de lo normal.
¿Qué ropa me pongo?
Es importante que tengas presente el aspecto general que vas a ofrecer a tu llegada. Esta primera impresión influye más de lo que puede parecer en un principio. Es aconsejable que sigas las mismas recomendaciones que para una entrevista. Ve con un atuendo poco llamativo pero que te favorezca y que esté en buen estado. Decántate por un estilo menos casual aunque no sea el que acostumbras a llevar. Más adelante podrás relajar esta postura, pero si vas demasiado informal, esa imagen será la que se quede grabada de ti por mucho tiempo.
¿Dónde está la máquina de café?
Si la jornada te lo permite, fíjate en dónde se ubican los lugares de encuentro en tiempos de descanso. Ahora bien, trata de no hacer demasiado uso de ellos para no dar la impresión de que te gusta entretenerte. Este tipo de espacios puede darte mucha información de cómo trata la empresa a la plantilla. ¿Son accesibles? ¿están bien acondicionados? ¿los usan las distintas jerarquías de las empresa o hay divisiones? En la actualidad, puede que estos lugares estén más restringidos por seguridad frente al coronavirus, tenlo también en cuenta. Si consigues que alguien te cuente las normas no escritas en cuanto al uso de la nevera, del microondas, del fregadero o del cuarto de baño, vas a ahorrarte muchas susceptibilidades.
¿A quién le reporto mi trabajo?
Esta es una de las cuestiones más relevantes. Desde el primer momento has de tener muy claro quién da cuenta de tu trabajo, quién es tu jefe o tu jefa. Aunque tengas más relación con un mando superior a quien te supervisa, trata de no puentear su coordinación. No solo porque estarás rompiendo una dinámica que en principio has de suponer que funciona, sino porque estás gestando una rivalidad desde el primer día en donde tú tienes una gran desventaja, pues todavía no dominas el terreno. Presta atención a cómo se materializa el organigrama de la empresa, que ya deberías tener estudiado de antemano. Si no te ha sido posible, trata de elaborarlo cuanto antes. Te resultará tan útil como un mapa en una ciudad desconocida.
¿Debo mostrar mi proactividad desde el primer día?
Es importante mostrar una actitud de colaboración y predisposición a trabajar. Eso suele ser una buena tarjeta de presentación. Ahora bien, si eres una persona con mucha iniciativa y muy proactiva, quizá convenga que te guardes un poco ese talante de momento. Nos remitimos al consejo general que te hemos dado al inicio: sé prudente y observa. Eso no quiere decir que te retraigas si eres una persona extrovertida, ni que escondas tu personalidad. Se trata simplemente de emplear una estrategia para empezar desde una posición más estable. Cuando pasen los primeros días, puedes ir mostrando tu personalidad en todo su esplendor porque ya habrás tomado la medida a tu nuevo entorno laboral.
Cómo presentarse cuando entras en un puesto de mando
Si eres el jefe o la jefa, la situación de ser la última persona en entrar tiene un punto de dificultad añadido. Seguro que conoces de antemano los valores y la misión de la compañía. Quizá te han contratado para darle un aire nuevo. Aún así, puede ser una buena idea que en un principio incidas especialmente en que conoces los valores de la empresa y que te alineas con ellos. Eso dará una sensación de seguridad a la plantilla y calmará los ánimos más resistentes al cambio.
Cuanta más información tengas de la dinámica en la empresa con respecto a todos los procesos que tienes que coordinar, más control podrás ejercer sobre su curso. Por este motivo, es aconsejable que escuches todo lo que te dicen y que reflexiones sobre ello. Después ya vendrá la labor de separar el grano de la paja y extraer lo que verdaderamente sirve para tu liderazgo. Pero de momento, esa escucha no solo te proporcionará información muy valiosa, sino que supone una buena primera toma de contacto, una muestra de empatía y cercanía. Todo ello afianzará tu posición de mando.