Si quieres estar satisfecho y ser feliz con tu empleo, debes establecer límites en el trabajo. Por tu autocuidado, por evitar impactos negativos, como el estrés o el burnout, y para que no bajes en el rendimiento. Poner límites ayuda a identificar el rol, a especificar las expectativas y cómo se mide tu desempeño. Para marcar los límites de un entorno laboral de bienestar es clave utilizar la comunicación no violenta, ser asertivo, elaborar listas con tus líneas rojas y priorizar las tareas.
Valora el establecer límites en el trabajo
Si quieres establecer límites en el trabajo, tanto en cuanto a la carga y tareas como con respecto a las relaciones con los compañeros, el primer paso es valorar la importancia de esta forma de estar en el mundo. Quizás pienses, como muchos, que poniendo límites estás siendo maleducado, que no vas a lograr el éxito profesional o que esta actitud va a perjudicar a tu imagen. La clave está en conocer tus propios límites y saber comunicarlos con asertividad. En toda elección hay una renuncia, pero al decir que no a una exigencia laboral o autoexigencia profesional, estás diciendo que sí a otra actividad. El valor de una y de otra depende del momento y de tu entorno, pero salir de un estado permanente de complacencia dará autenticidad a tu vida, personal y profesional.
La importancia de saber decir no en el trabajo trasciende el ámbito laboral. Si no te sobrecargas y mantienes relaciones de buenos tratos con el resto del personal, mejora tu salud mental y tus relaciones en la vida personal. Los límites dan la información clara de hasta dónde puedes llegar y a dónde vas a dejar al otro que llegue. Estos son los datos necesarios para construir el marco o contexto de relaciones sanas. Y es la mejor manera de evitar el burnout. Los límites son una guía para no extralimitarte, para cuidar de ti mismo y mejorar las prácticas sociales y laborales.
Consejos para poner límites con asertividad
Ahora que ya estás convencido de la importancia, te preguntarás cómo establecer esos límites en el trabajo. Ya sabes que no todos los contextos son iguales y que entran en juego diversos factores. Depende de tus compañeros, del liderazgo de tu equipo, del nivel de estrés en el trabajo o de las oportunidades de diálogo y encuentro, en reuniones o momentos de afterwork.
Para aprender cuándo debes decir que no y cuándo decir que sí, sigue estos consejos:
- Atiende a las señales que te transmiten que necesitas poner límites: por ejemplo, si lo que haces te hace sentir culpable. Si sientes agobio y angustia todo el tiempo a causa del trabajo. O si tienes deseo de abandonarlo todo o bien no tienes tiempo para hacer lo que quieres.
- Comunica de manera asertiva: es normal que te dé miedo la reacción del otro. La asertividad es una habilidad social que se entrena para comunicar y defender tus derechos e ideas, respetando las de los demás. El mensaje expresado de manera firme y clara, directa, equilibrada, honesta y respetuosa va a tener un efecto reparador en la relación. Vigila que no tengas la intención de herir o de perjudicar.
- Actúa de manera coherente al mensaje transmitido: es tu responsabilidad demostrar que tus límites van en serio. Todas las decisiones que tomas implican una serie de consecuencias y compromisos asociados. Por ejemplo, si dices que sí a horas extra podrías estar diciendo que no al cuidado innegociable de tu familia. Crea una lista con las líneas rojas para tenerlas claras y saber comunicarlas mejor.
- Humildad: no tienes que ser perfecto. No tienes que ser perfecta. Parte de la base de que todas las personas nos equivocamos, que son aprendizajes y acepta también los límites que te pongan los otros. Esto no significa que no haya espacio para el debate, sino que evites una reacción sin primero tratar de empatizar.
- Delega y prioriza tareas: es fundamental que aceptes que no eres ni un superhombre ni una supermujer. Eres un mortal con capacidades limitadas. Si el horario de la jornada laboral no se ajusta a lo que te demanda la empresa, aprende a priorizar las tareas importantes y a delegar en otros para alcanzar los hitos del proyecto. Ser asertivo está muy relacionado con tu adaptabilidad al cambio.
- Desconecta: para conseguir las ventajas de marcar estos límites también es fundamental poner en práctica el derecho a la desconexión. No solo en cuanto a las horas legales entre jornada y jornada sino a una atención efectiva al aquí y al ahora cuando estés fuera de tu horario laboral.
Ventajas de relacionarte poniendo límites
La ventaja más importante de establecer límites en el trabajo y también en las relaciones laborales es evitar impactos negativos en el trabajo. Estas situaciones pueden ser desde malestar o ganas de abandonar la compañía hasta la sobrecarga o burnout, con sus expresiones fisiológicas y mentales. Ya sabes, el estrés, dolores de cabeza, incapacidad para conciliar el sueño o problemas con la digestión. Pero además cabe señalar otros beneficios de relacionarte poniendo límites:
- Ayuda a definir los roles dentro de la relación laboral y del equipo. Es posible que te carguen con tareas que no te corresponden o te sobrecarguen afectando a tu eficiencia. Esta es una de las razones clave de por qué establecer límites en el trabajo. Muchos deben estar recogidos en el contrato, pero en el día a día pueden relajarse. Es importante que seas claro respecto a responsabilidades, expectativas y horarios, especialmente.
- Da información sobre los comportamientos que son aceptables y los que no. Evita pasar del todo a la nada. Mantén una postura flexible pero dejando claras tus competencias y capacidades, a la vez que conoces cómo se mide exactamente tu rendimiento. Por ejemplo, puedes dejar abierta la puerta para participar en un proyecto que aumente tus posibilidades de desarrollo profesional. Pero vigila que no implique no cumplir con tus obligaciones.
- Forma de comunicación no violenta sobre las necesidades de cada uno. Evita la agresividad y situaciones incómodas tanto para ti como para los otros.
- Autocuidado: piensa que los límites no solo los estableces ante la conducta de los demás. Sobre todo, debes tener claro cuáles son tus líneas rojas. No llegues a enfermarte para darte cuenta de que no puedes con todo.