Cada vez se oye hablar más del síndrome de burnout, hoy denominado oficialmente síndrome del desgaste ocupacional. Lo causa el estrés crónico en el trabajo y constituye un estado de profundo agotamiento físico, emocional y mental. La falta de desconexión (digital y mental) después de la jornada laboral, la sobrecarga de trabajo y la falta de realización están entre sus principales causas. En este artículo te lo contamos todo sobre lo que muchos consideran ya una de las enfermedades profesionales características del siglo xxi.
En 2021 un número significativo de trabajadores en diversos sectores –la industria de servicios, la tecnología, la educación, la hostelería, la atención médica– decidieron dejar sus empleos en masa. Estos trabajadores renunciaron a sus puestos de trabajo en busca de mejores condiciones laborales, mayor flexibilidad, equilibrio entre trabajo y vida personal, y un mayor sentido de propósito en su vida profesional.
El fenómeno, conocido como la «Gran Renuncia», se registró en particular, aunque no en exclusiva, en los países del mundo anglosajón –Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Australia–. Hoy se interpreta como el reflejo de un cambio en la forma en que las personas perciben y priorizan su vida profesional en busca de una mayor satisfacción y bienestar personal.
¿Qué causó la estampida? Fundamentalmente dos cosas. Por un lado, el impacto de la pandemia de covid-19, que nos hizo reevaluar nuestras prioridades y valores. Por otro lado, pero asociado a lo anterior, la extensión del agotamiento laboral extremo y la sensación de falta de propósito en el trabajo. Es decir, la propagación del síndrome del burnout. Esta la precipitó el aumento del trabajo remoto, la mayor carga laboral y la falta de desconexión entre la vida personal y profesional, y llevó a muchos a buscar un cambio en favor de un mejor equilibrio y bienestar.Quizá no todos queramos o podamos permitirnos ser tan radicales como para dejar nuestro puesto de trabajo, pero merece la pena pararse a reflexionar sobre el burnout. ¿Qué es, qué lo causa, cómo se trata? Te lo explicamos todo en este artículo.
Del estrés laboral al síndrome del burnout
El síndrome del burnout o del trabajador quemado es uno de los trastornos del estado de ánimo asociados al mundo laboral y a las condiciones de trabajo. Así que forma parte del mismo universo que la ergofobia o el mucho más familiar estrés laboral. Este último puede definirse como el “desequilibrio sustancial (percibido) entre la demanda y la capacidad de respuesta (del individuo) bajo condiciones en las que el fracaso ante esta demanda posee importantes consecuencias (percibidas)”. Pues bien, el burnout no es sino la consecuencia radical de ese desequilibrio.
Así pues, el estrés laboral –la respuesta física y emocional a las demandas y presiones excesivas en el entorno de trabajo–, cuando se prolonga y no se gestiona adecuadamente, conduce al síndrome del burnout. He aquí una definición básica de este: “estado de agotamiento físico, emocional y mental causado por el estrés crónico y prolongado en el trabajo”.
Lo que dice la Organización Mundial de la Salud (OMS)
Por desgracia, los riesgos psicosociales de origen laboral parecen estar progresando en nuestra sociedad. De ahí que, en las últimas décadas, la OMS haya incluido en su lista de enfermedades tanto el estrés laboral como el síndrome del burnout. Inicialmente, la OMS incluyó este último entre los “problemas relacionados con dificultad en el control de la vida”, pero en una revisión reciente ha sido mucho más precisa. En efecto, en su última Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11, de 2022) aparece específicamente entre los “problemas asociados con el empleo y el desempleo” y es codificado como QD85: Síndrome de desgaste ocupacional (en la versión inglesa aparece como QD85: burnout).
Para la OMS, este síndrome de desgaste ocupacional se caracteriza por tres dimensiones:
- sentimientos de falta de energía o agotamiento;
- aumento de la distancia o negativismo hacia el trabajo o sentimientos de cinismo; y
- una sensación de ineficacia y falta de realización.
Estos síntomas deben ser lo suficientemente significativos como para afectar el funcionamiento laboral. Además, no deben ser atribuibles a otras condiciones (por ejemplo, circunstancias personales), sino concretamente al ámbito laboral.
Pese al paso adelante de la OMS, en España, el burnout sigue sin estar reconocido como enfermedad profesional. O lo que es lo mismo, no aparece en el Real Decreto 1299/2006, de 10 de noviembre, que recoge las enfermedades laborales en España. Varias asociaciones y sindicatos, sin embargo, reclaman que se modifique el decreto para que este y otros trastornos psicológicos relacionados con el trabajo consten como tales. Además, en la última década, varias sentencias judiciales han reconocido el estrés laboral crónico como accidente de trabajo.
¿Qué causa el burnout y cómo prevenirlo?
Exigencias desproporcionadas (¡incluida la autoexigencia!), falta de reconocimiento, ambiente laboral negativo o directamente conflictivo, el móvil del trabajo que reclama nuestra atención el fin de semana o a horas intempestivas. Estos son algunos de los motivos que, aislados o combinados, pueden provocar estrés laboral y, en último término, actuar como detonantes del síndrome de burnout.
Así pues, prevenir el síndrome del burnout en el trabajo es algo que se logra, sencillamente, poniendo límites a su embrión: el estrés laboral. Este cordón sanitario pasa por establecer límites claros entre el trabajo y la vida personal y dedicando el tiempo necesario a actividades de ocio, al ejercicio físico, al descanso y –pura y llanamente– a no hacer nada.
Por otro lado, un ambiente laboral saludable, que incluya el apoyo mutuo y la comunicación abierta en horizontal (entre compañeros) y en vertical (entre jefes y empleados) también puede ayudar a prevenir el burnout. Asimismo, es importante establecer metas realistas y manejar adecuadamente la carga de trabajo, evitando la sobrecarga y la (auto)explotación. Recuerda, ante todo, que no se trata de trabajar para tener una buena vida, sino más bien de vivir una buena vida para trabajar menos.
Cómo se trata el burnout
Observa el siguiente cuadro de síntomas:
- Agotamiento emocional (falta de energía, fatiga persistente…),
- despersonalización y actitudes negativas (sentimientos de cinismo, distancia emocional hacia el trabajo, los compañeros y los clientes),
- sentimientos de incompetencia y falta de logro,
- dificultades cognitivas (problemas de concentración, memoria deficiente, falta de claridad mental),
- cambios en el estado de ánimo (irritabilidad, frustración…),
- problemas físicos (dolores de cabeza, insomnio, trastornos intestinales…).
Si te sientes identificado o identificada, es que estás experimentando síntomas de burnout.
Oblígate a hacer un alto en el camino
Es importante tomar medidas para cuidar de ti mismo y buscar apoyo. He aquí algunas recomendaciones:
- Reconoce y acepta tus sentimientos: permítete reconocer que estás experimentando burnout y que necesitas tomar medidas para cuidar de ti mismo.
- Busca apoyo: habla con personas de confianza sobre lo que estás experimentando. Compartir tus sentimientos siempre alivia la carga emocional.
- Prioriza el autocuidado: dedica tiempo regularmente a actividades que te brinden placer y relajación. Establece límites claros entre el trabajo y la vida personal, y asegúrate de dedicar tiempo a descansar, dormir lo suficiente, hacer ejercicio y mantener una alimentación saludable.
- Evalúa y ajusta tu carga de trabajo: quizá puedas hablar con tu supervisor o jefe sobre la posibilidad de reducir tu carga de trabajo o tu carga de responsabilidad. Si es posible, busca formas de delegar tareas o encontrar apoyo adicional. Si esto es imposible –porque no tienes jefe o eres autónomo o autónoma–, pregúntate si no te estás autoexplotando. Lo ha puesto blanco sobre negro el filósofo Byung-Chul Han: hoy en día, “uno se explota a sí mismo figurándose que se está realizando; es la pérfida lógica del neoliberalismo que culmina en el síndrome del trabajador quemado”.
- Practica la asertividad: aprende a decir “no” cuando sea necesario y establece límites saludables en cuanto a las expectativas y demandas laborales. Encuentra momentos para practicar técnicas de relajación, como la respiración profunda o la meditación, también durante la jornada laboral.
- Considera buscar ayuda profesional: si el cuadro de síntomas persiste y afecta significativamente tu bienestar y funcionamiento, considera buscar ayuda de un profesional de la salud mental.